Por: Martha Lamela Ríos
Este es el árbol de la quina. Lo podemos observar en nuestro Escudo Nacional, porque constituye una de nuestras riquezas naturales dentro del reino vegetal. Es muy hermoso y tiene muchas propiedades, hasta curativas. Por ello, la Expedición científica “Por la Ruta del Árbol de la Quina”, sembraron dos ejemplares de esta maravillosa planta, una en Machu Picchu, y otra en el patio de la sede central de la Universidad Nacional de Trujillo, primera universidad creada en la Época Republicana, con el propósito de difundir su plantación a nivel nacional.
Se sabe que en Trujillo hasta los primeros meses del presente año sólo existían 5 ejemplares, y con la siembra de un plantón en el Centro Educativo Experimental “Rafael Narváez Cadenillas” se incrementó a 6, se distribuyeron semillas, traídas del Santuario de La Cascarilla (Jaén), entre los niños a fin de emprender una cruzada y plantarlas en diferentes zonas de la ciudad cuyos pobladores se comprometan a su cuidado. Como se sabe el clima de La libertad no es apropiado para su recuperación, pero se hace el intento.
El propósito de la preservación de esta planta es porque además de ser un símbolo patrio significa avances en la medicina para curar ciertas enfermedades. Es una planta maravillosa que puede curar el paludismo y la malaria por su contenido de quinina. Cabe recordar que es uno de los primeros árboles que a nivel internacional tiene una validez reconocida como elemento para eliminar esta enfermedad.